22 de agosto de 2015

Piedras y banderas

Es irónico el punto hasta el cual se ha llegado: se riñe antes a una persona luciendo una bandera blanca que a otra con las mismas manos aunque con una piedra. De hecho, esas piedras son las que terminan aplacando al portador de la bandera pero eso curiosamente no se percibe como un verdadero mal en la sociedad. Se ajustició a la dichosa persona que se atrevió a atar un trapo blanco a un palo, hubiera hecho mucho daño que más gente se uniera en la misma causa, ¿habrá algo más peligroso que la libertad?

Mientras tanto, se afilan piedras por si hiciera falta de nuevo usarlas, por si vuelven a atreverse a usar la libertad esas personas que no buscan más que la paz ¿De verdad tiene alguna lógica percibir maldad en lo natural?

No vale la pena pensar en un cambio de roles, en busca de venganza contra los que insultaron, contra los que acosaron o abusaron. Lo realmente bueno sería que las banderas ondearan en manos de todos, una marea blanca, un pensamiento colectivo y unido.

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