28 de abril de 2012

Vacío que te llena

Si nos ponemos a hablar de vacíos encontraremos que hay muchos, pero ninguno tan notable como el vacío dentro de uno mismo, ese vacío que se genera por el desmoronamiento de algo importante o la desaparición de algo que nos sustentaba.
Ese mismo vacío que existe dentro de ti y que, paradójicamente, te llena, te llena de malos pensamientos y sentimientos... Te llena de angustia, de pesadumbre, de pesadez, de incapacidad, de infelicidad, de todo menos de lo que antes había en ese vacío que no existía, que estaba relleno de lo que ahora añoramos o extrañamos.
¿Pero... y que había antes? Amor. Pero ese vacío no está sólo porque perdiste a una persona, si no porque también perdiste parte de ti al haberla amado inevitablemente le diste un pedazo de tu ser, te quedaste sin ti mismo al completo.
Aunque cuando algo se vacía no hay que estar pensando y tener en mente lo pasado, lo que antes solía haber, si no en lo que dentro de "x" tiempo puede que haya. Para evitar todos esos malos pensamientos y sentimientos de los que te llena ese maldito vacío, hay que tener presente algo que será tu futuro y no fue tu pasado. Y si no es así, puede que ese vacío se acomode en ti y se quede para siempre en ti; y tú, incompleto, infeliz.
¿Pero quién quiere estar así? Realmente nadie, pero eso no quita que haya muchas personas que hayamos pasado por esto, que estén pasando por esto o que vayan a pasar por esto. Lo esencial es darse cuenta que hay que seguir adelante, que este vacío nos lleva al camino de la felicidad y la plenitud, que no tiene que ser un motivo para andar parado y apenado.
Es normal que no encuentres el modo de seguir adelante, al principio no lo ves, pues claro, perdiste parte de ti a costa de ese terrible vacío y, poco a poco irás recuperando o mejorando tu ser.
Como dice el dicho, no hay mal que por bien no venga.
Y no debería haber bien que por mal no se vaya.

18 de abril de 2012

Situación que cambiaría

A veces te hartas de todo o de algo en particular, pero te cansas. Te cansas de lo que te rodea y merodea, no puedes más...
Llega un momento en el que te quedas pensando si pudiera ocurrir un milagro oportuno o que llegue una fecha esperada para que tu presente cambie, radical o parcialmente.
Pero tal vez sea el milagro oportuno o la fecha las que te esperen a ti perdidas en el mar salado que conforma la realidad. Sólo es cuestión de aguantar la respiración y buscar o esperar entre la marea de los océanos de la pesadumbre y desesperación. Si tardas demasiado o gastas mucha energía, puedes acabar ahogándote, sólo es cuestión de aguantar.

Sientes que no perteneces al lugar que ocupas, que los recuerdos aún te rozan los talones, te sientes preso del tiempo y encarcelado en un espacio de barrotes invisibles del que no puedes escapar aún, pero del que alguna vez llegarás a salir. Ese momento es el que se persigue, en el que te sientas libremente liberado de la angustia del lugar al que sentías no pertenecer... buscar otro espacio en el que empezar de cero o desde menos uno si cuentas también las pocas fuerzas que tienes después de haber estado apresado. Cuando quieres estar en otro lado, que tu corazón no obligue a tu alma a quedarse quieta, muévete y agarra bien el corazón, pero nunca pierdas la razón con tus movimientos.
¡Que mejor que moverse para encontrar y ser encontrado, que te encuentren la tranquilidad, la comodidad, la felicidad, y tú las encuentres a ellas!

Hay ocasiones en las que esperamos el tren de nuestra vida, esperamos sentados en el banco de una estación llamada tiempo, y pasa, pasa el tiempo, pero ves que no llega tu tren, que la gente viene y va, pero tú te quedas ahí en el banco... ¿Y alguna vez se te ocurrió pensar que te equivocaste de estación y el tren que esperas te está esperando en otra?

14 de abril de 2012

Sensación de la experiencia

La experiencia... eso que vamos acumulando y buscando o evitando a lo largo de nuestra vida, pero un cúmulo que no es producto de la nada, aunque hayamos a veces aprendido a causa de no tener nada, la experiencia se capta por probar o por sufrir.
La experiencia nos enseña que la experiencia no sirve de nada, sólo sirve lo que hay después de ella, lo que hagamos con ella, pero ella en sí, no es nada sin eso otro.
Y aprender, aprender se aprende más de lo malo que de lo bueno, porque es cuando realmente nos damos cuenta de las cosas aunque sea así de triste, así de cierto es también. Pues, a base de fallar es cuando captamos los errores, que no pueden ser las cosas de esa manera que creíamos que serían, que necesitan otro modo de ser hechas, para ser satisfechas.
Los fallos son el camino que conducen hasta el final, hasta el acierto, el éxito o la solución. Mejor llegar a ese final con los bolsillos llenos de experiencias y saberes que llegar ligeramente con los bolsillos vacíos hasta lo que queremos. Lo mejor no es lo bueno en sí si no lo bueno después de lo malo, con ese paso sabremos valorar lo bueno de verdad.
Nuestro destino es equivocarnos y con ello, ir hacia adelante. Ir hacia adelante, presenciar, contemplar, probar, arriesgar... Tras ello, acertar o aceptar los siguientes fallos.
Según como veamos las cosas, cambian y salen de una u otra forma. Nada sale bien o mal, todo es lo que es. Las cosas no son buenas o malas de por sí, si no según quien las observa y juzga como tales.

Para probar las mieles de la felicidad a veces hace falta antes saborear las más agrias penas y tristezas amargas, pero siempre hay un final, más tarde o más temprano, más cerca o más lejano.

9 de abril de 2012

Niebla que tanto se ve


Niebla, ni hablar de ti hace falta para verte, porque te vemos y nos ocultas otras cosas sin consideración alguna...
Ocultas quedan en un lugar inubicado visualmente, pero con un acopio de conocimientos tales como la experiencia o la razón puedes navegar por la densa niebla sin duda a perderte o volverte invisible entre lo oculto.
La niebla a veces más que algo ambiental, es algo psicológico, algo referido a la mente.
Te hallas empapado de angustia por no poder ver lo que se encuentra a tu alrededor, te ves entre nieblas que te ciegan.
Pero eso es, como dije antes, psicológico, que no conlleva que sea algo real. Hay que saber como hacer para que salga de nuevo el sol y la niebla huya de tu vera, para que puedas ver lo que te rodea de buena manera.
A ratos la niebla te engaña, haciéndote creer que lo que en realidad está cerca tuya está lejos al no poder contemplarlo sensorialmente con tus ojos...
Lo que nunca viene de más en momentos fríos y nubosos es un pedazo de esperanza y otro de fe ciega, para que te den calor y guía en tu camino entre los bosques de la vida. Puede que esa fe te haga tropezar con una piedra o chocar con un tronco de madera, pero también tienes la posibilidad de que eso no ocurra, ya es cuestión de la suerte que te acompañe en tu solitaria caminata arboleda a través.

2 de abril de 2012

Dolor sembrado

El dolor es como una semilla de la planta trepadora, que cuando crece te atrapa, que te llena de presión y dolor a causa de ello. Pero el dolor es diferente según en que momento se identifique...
Al principio existe un dolor que es implantado en tu cuerpo, una semilla que cae dentro de ti, a causa de algo directamente. El dolor del que hablo es el dolor del acto, el dolor que se produce en el momento en el que te sucede algo malo, algo triste, algo negativo.
Luego, está el dolor interior, el que se queda, el que se va introduciendo con el tiempo hacia tus adentros, que va creciendo y enredándote poco a poco, hasta casi ahogarte. No es más que una tortura individual, lenta y dolorosa que si te dejas y eres muy débil podrá contigo tras cierto tiempo. Te habrás consumado tras ello.

Por eso, cuando tengas dolor para ti guardado y que no muestras a nadie más, debes actuar de tal forma que no siga siendo así, si no te abres tú mismo al exterior para buscar ayuda, te abrirá la planta trepadora llamada dolor con sus tallos provocándote heridas profundas y, tal vez, irreparables.
Buscar una ayuda para ello, es como contratar a un jardinero que se encargue de parar el crecimiento de la mala planta que te tiene inmovilizado, que utilice un herbicida terapéutico y, de tal forma, los efectos del dolor vayan desapareciendo, que se disipen tan confusamente como vinieron.

Pero este dolor no puede ser desprendido de raíz así como así, no se puede desarraigar completamente de ti más que con el tiempo... La semilla del dolor irá desapareciendo lentamente con esfuerzo, esta vez, esfuerzo propio, al ser ya liberado tu cuerpo de esas trampas vegetales que te tenían apresado.
Además, para favorecer este esfuerzo es aconsejable tener un objetivo: plantar algo nuevo, criar una flor bonita. Un objetivo que te distraiga de tu pasado lleno de sufrimiento.