12 de junio de 2014

Ojalá venga

Ojalá no tuviéramos porque tener que utilizar tantos "Ojalá", siempre en la punta de la lengua cuando queremos o pensamos en algo que nos parece inalcanzable y es que, con el mero uso de ese "Ojalá" lo ponemos aún más lejos de lo que en realidad está de nuestro alcance, lo hacemos más irreal, más utópico. Engancha bastante su uso, pero no lleva a ninguna parte, te encarcela en el soñar y no en el actuar, no deja que te muevas, ni tú ni tus aspiraciones.
Por otra parte, existe el sustituto perfecto al "Ojalá" (aunque cierta gente tenga miedo de que sea un hecho más recurrente), el "Venga", el enemigo de los que no quieren que se cambien las cosas y/o que no nos demos cuenta de ellas. Se asustan al oír las pisadas en movimiento, les paraliza que nos espabilemos, aunque en un primer principio se lo tomasen a cachondeo, que vacilaran de que fuésemos a tomar movimiento, con los mismos hechos que pensaron no ocurrirían, acabaron llenos de incertidumbre, de pánico. No es nada fuera de la lógica más simple, acción-reacción, cuando ocurre una mala acción, tarde o temprano habrá una reacción correctora a causa de ella y llega un momento en el que dicha reacción se convierte en una bola de nieve ladera abajo, no la parará nada hasta llegar a cambiar algo. Así que, menos "Ojalá" y más "Venga".

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